Se reunieron en la Defensoría del Pueblo, Walter Martello y representantes de la Asociación de lucha contra Bulimia y Anorexia (ALUBA), para abordar el atraso de pago de obras sociales a instituciones de tratamiento de trastornos de alimentación.
“Desde hace dos años venimos publicando y trabajando en conjunto con asociaciones y entidades que abordan la problemática de las patologías alimentarias. Nos alarman las conclusiones del último estudio realizado por ALUBA en sus estadísticas de 2018 con datos recogidos en diez colegios de CABA y Gran Buenos Aires”. Manifestó Walter Martello, Defensor del Pueblo Adjunto de la Provincia.
La Patología Alimentaria Infanto Juvenil es un Trastorno de la Conducta Alimentaria que comienza en el momento de la adquisición de los hábitos alimentarios de los más niños y niñas.
Algunos de los datos se detallan a continuación:
• Las patologías alimentarias en Argentina continúan con niveles elevados de prevalencia, uno de los más altos de Latinoamérica.
• La patología alimentaria fue detectada en un 13% de las mujeres entrevistadas, mientras que en los varones fue del 4.5%.
• El consumo abusivo de alcohol y drogas se asocia a la patología alimentaria, conformando poliadicciones.
• El abuso sexual infantil continúa siendo diagnosticado en el 20% de los afectados por patología alimentaria.
• En ellas se advierte el incremento de desórdenes de alimentación que, sin conformar un diagnóstico de patología alimentaria, se encuentran en el estadio previo a ese diagnóstico.
• Cuando se habla de desórdenes alimentarios se registró que el 25 por ciento de las mujeres encuestadas y el 22 por ciento de los hombres manifestaron algún tipo del mismo.
• Históricamente las mujeres fueron las más afectadas en un 90% de los casos, aunque hemos notado que los casos de los varones han crecido en el último tiempo.
Así, los datos arrojaron mostraron un patrón normal fueron un 62% mujeres y 73.5% varones.
“También ha disminuido la edad en que comienzan: atendemos niños desde los 3 años”, explicó Mabel Bello, fundadora y consultora médica de ALUBA.
En este sentido debemos fortalecer el cambio cultural que implique que los adolescentes, y sus familias comprendan la necesidad de abordajes multidisciplinarios.
El desorden alimentario es un precursor de las patologías y al incrementarse el riesgo es mayor. Al mismo tiempo las adicciones crecen y se diversifican, haciendo que la conducta de huida de la realidad se multiplique.
La poliadicción, que se ha intensificado en la sociedad en general, tiene en estas patologías un impacto muy fuerte: “En los casos que se presentan combinadas, la bulimia y la anorexia son complejas y desafiantes para tratar. Por supuesto afectan más a las personas que están genéticamente predispuestas. El diagnóstico y la estrategia del tratamiento son diferenciados. Hay que tener en cuenta a las comorbilidades, siendo las más frecuentes el trastorno límite de la personalidad y el trastorno obsesivo-compulsivo”, dijo Bello.
La participación familiar facilita esta reducción temporal en un 50%.