Como la gran mayoría de las profesiones, oficios y habilidades en la Argentina de hoy, ser escritor es un acto de fe, una pulsión que marca nuestra rutina, un deseo hecho realidad por medio de un gran esfuerzo.
La coyuntura del país no es amigable o fértil prácticamente para ningún emprendedor, pero se trata de sortear dificultades, teniendo claro el objetivo, el faro, y luego trabajando duro y parejo, bien rodeado de las personas indicadas.
Empecé a escribir por instinto de supervivencia, en una adaptación forzosa a lo nuevo. Tenía un bebe las 24 horas del día proponiéndome desafíos desconocidos y eso me llevó a investigar, primero, a ordenar la info después y luego a compartir consejos, intercambiar tips con otras madres en la misma situación, entrevistar especialistas… Al final me di cuenta que tenía en mis manos un libro que me hacía reír, llorar, y que me servía de guía en la diaria. Un GPS! Entonces pensé que eso iba a ser muy útil para otras primerizas desbordadas. Agregué entrevistas a madres famosas para desmitificarlas y para conocer el lado B de mujeres que en los medios aparecen resueltas, perfectas y sin problemas, y listo! «Mamífera» era un hecho.
En el medio pasaron cuatro años, el tiempo que me llevó terminar la obra. La escribí en pequeños recovecos de tiempo, en escapadas a bares, auto-enviándome mails desde el teléfono en la calle, en madrugadas sin dormir, robándole tiempo a mi vida de madre y trabajadora.
Para lograrlo debí organizarme muy bien. Primero armé un índice con los temas, desde el embarazo hasta el primer año de crianza del bebe, para estructurarme y ordenar la escritura. Después tomé capítulo por capítulo siguiendo ese índice y tachando lo ya escrito, como quien avanza sobre un mapa, y me explayé con humor, con desahogo y con la verdad que fui encontrando en mi propia experiencia.
El proceso fue largo porque los temas se iban escribiendo conforme mi hijo crecía y yo vivía en carne propia cada asignatura.
Mi primer lector es mi marido quien, admito, no lee por sus propios medios sino que es perseguido por la casa mientras oye lo que le leo. Es un gran crítico, mi mejor lector. Me encanta tanto la controversia como el halago, ambas cosas funcionan para repensar, replantear o reforzar lo que tenía.
Escribo mucho menos tiempo del que deseo, desde 25 minutos hasta 3 horas por día. Sueño con el día en que pueda retirarme y dedicarme a la escritura exclusivamente.
Publicar no fue sencillo. Llamé a varias editoriales, envié mails sin éxito hasta que di con la persona indicada, gracias a la recomendación de Marcela, de la web Planeta Mamá, que me dijo con quien hablar dentro de Albatros. Desde el envío del primer mail y la primera llamada a Albatros todo se dio con mucha naturalidad y profesionalismo.
Creo que es importante estudiar en primer lugar el perfil de las editoriales posibles, ver qué temas le interesa a cada una, qué libros han publicado, y acudir a una editorial que tenga que ver con lo que hemos escrito. En mi caso Albatros es una editorial con inclinación hacia los temas de crianza, infantiles, de la mujer, entre otras cosas. Por lo tanto eran un buen receptor inicial para mi propuesta.
Luego es fundamental saber qué es lo mejor de nuestro libro, qué lo diferencia de los demás para ofrecer eso y no sólo nuestro deseo de ser publicados. Todo «buen libro» tiene algo que lo hace publicable, ese brillo diferencial; eso es lo que tenemos que salir a ofrecer.
Cuando escribía y llamaba sin respuesta, llegué a pensar que había sido en vano tanto tiempo invertido en la escritura. La manera de sortearlo fue seguir investigando e insistir. Busqué ser recomendada, «referenciada» por alguien que ya había publicado allí y eso fue de gran ayuda. Una llave para entrar. Una vez adentro expuse mi corazón y mi sentido del humor con total sinceridad.
Para mí, la escritura es mi precaria forma de trascendencia, una búsqueda de sentido en mi cotidianeidad. Soy Directora de casting, tengo mi propia empresa con mi socia, trabajo full time, y escribir es la actividad paralela que sostengo para satisfacer mi necesidad de comunicar, de linkearme profundamente con otros individuos.
Para la promoción recurro al agente de prensa de Albatros y yo tengo mi equipo de comunity manager que me ayuda con las redes sociales. De ahí fueron surgiendo notas y entrevistas que me proponen nuevos desafíos de comunicación, en diferentes formatos más allá del escrito, cada vez más interesantes. «Escribir» y «promocionar», hablar de lo escrito, son dos tareas muy distintas. Mucho de mi entrenamiento como directora de actores me está sirviendo para ponerme en ese lugar de vocera expuesta, de dar la cara, de ponerle el cuerpo o la voz a un texto que surgió en la intimidad o el anonimato de mi computadora. Difundir es muy distinto, es más energizante, peligroso, adrenalínico y real. El feedback es inmediato y el riesgo a decir algo que pueda sonar erróneo es mayor que en la escritura, que tiene instancias de revisión, corrección, y chequeo
Con tantos medios disponibles comunicarse es más fácil y a la vez más efímero. Se tiene un mayor alcance pero es menor el tiempo que la gente se detiene a dar un like o leer un comentario o mirar una nota entera, porque la cantidad de info que recibe por día es tanta y tan heterogénea que debe volverse selecto. La mayoría de los lectores online son multitasking, muchos leen desde sus teléfonos haciendo otras cosas a la vez, de modo que el mensaje tiene que ser como un anzuelo certero, de otra forma pasa desapercibido y se olvida con rapidez
Las redes sociales son mis aliadas, tengo un equipo de comunity managers que publica a diario en Instagram, Facebook y Twitter, que le da forma y metodología a lo que quiero decir, a las cosas que hice, a los eventos en los que participé. Las dos vidas de hoy, la real y la expuesta en redes. Es un fenómeno muy curioso.
Para mí es muy reconfortante el contacto directo con el lector. Uno escribe para ser leído, criticado y adulado. Para generar una reacción. Con el libro en la calle, ya parido, es maravilloso recibir comentarios. Escribí «Mamífera» pensando en hacer reír, emocionar y divulgar los tips y secretos que a mí me habían servido en las etapas de embarazo, parto y crianza. Por suerte la mayor cantidad de comentarios que recibo dicen «me emocioné, me maté de risa, preparé la leche de avena, me compré el fular o hice la serie de masajes shantala…” Por ende: tarea lograda.
Por Mercedes Muñoz, autora de «Mamífera» de Editorial Albatros.