Oscar Martínez, En Diálogo con Longobardi

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“La Argentina se suicidó porque el populismo la convirtió en un país mediocre”.

Filmó cuatro películas en 2018, es miembro de la Academia Nacional de las Letras y, sin ser militante político, no evita hablar de la actualidad. Actor, autor y con múltiples premios en su haber, Oscar Martínez fue el invitado de este día de En Diálogo con Longobardi.

¿En qué momento se convirtió en un actor internacional?
“Tengo 48 años de carrera profesional. A mí me parece que hay un punto de inflexión con Relatos Salvajes, una película de un éxito descomunal aquí en Argentina, batió todos los récords de taquilla históricos: 4 millones de espectadores y, a su vez, se vio en casi todo el mundo. Y luego El Ciudadano Ilustre. Cuando se estrena El Ciudadano Ilustre en España, por ejemplo, que incluso ganó el Goya, y fue lo de Venecia en 2016 acababa de ganar el premio en Venecia y ya estaba filmando en Madrid una película de producción puramente española, Toc Toc. El tema de la Copa Volpi (el premio del Festival de Venecia al mejor actor), funcionó como un segundo punto de inflexión y me volvió más visible. En España tengo un lugar, se me trata muy bien. De las tres películas que rodé en un año y medio, dos son producciones totalmente españolas.”

¿Qué libro elegiría si tuviera que elegir sólo uno de su biblioteca?
“Elegiría uno que no es de narrativa: elegiría el I Ching. Porque es un libro muy mágico, es un libro chino milenario de consulta. Ellos lo consultan con las raíces de un árbol o planta y en Occidente se hace con 3 monedas. Es un libro que tiene 64 hexagramas compuestos por 2 trigramas uno arriba del otro. Hay que uno le hace una pregunta y la respuesta es sobrecogedora siempre. En cualquier lugar es tan hondo y tan sabio sobre el fenómeno de la vida humana.”

Acerca del perfeccionismo:
“He logrado que no me saque permiso, es algo que siempre he sentido que era funcional y que me vino muy bien, pero hay un punto en el que es disfuncional: te paraliza y empieza a crear un monstruo dentro tuyo que te enjuicia de un modo muy nocivo. Te esclaviza es como un TOC el perfeccionismo. En el trabajo soy muy perfeccionista, soy muy exigente, la gente que trabaja conmigo −ni que hablar de la gente que está cerca− saben que para que yo quede conforme uff… La verdad de lo que me pasa lo hago con total honestidad, me quedo insatisfecho, me parece que pude haberlo hecho mejor que cómo lo hice, un poco porque creo que me di cuenta porque eso fue mi primera juventud. Ahora voy por la tercera juventud. Lo que me esclavizaba, que yo era capaz de levantarme de noche porque recordaba que había un libro cuyo lomo sobresalía o que no estaba en el lugar exacto en el que tenía que estar, entre los 20 y los 30, un poco porque estuve atento a eso y otro poco porque la vida te obliga, te va golpeando y llega un punto en el que te volvés más flexible, más relajado. No me gusta el desorden, pero si hoy el joven que yo fui entrara a mi estudio dónde me cuesta encontrar un papel, no reconocería a este señor qué va por su tercera juventud porque es un caos mi escritorio.”

Sobre su libro Ensayo general. Apuntes sobre el trabajo de un actor: ¿qué podemos aprender los no actores de los actores para nuestra vida?
“Es cierto que algunas personas que leyeron el libro, para mi sorpresa, me dijeron que era muy útil para personas que no tuvieran nada que ver con la representación de realidades imaginarias. En realidad, me sorprende que eso ocurra porque me lo dijo mucha gente. Nosotros nos ocupamos de la naturaleza humana, del fenómeno humano, del corazón del hombre, de su comportamiento. Yo siempre pensé que lo que en definitiva atrae a la gente a ver ficciones en cine o el teatro es la pasión por lo humano, es la misma pasión que nos llevó a nosotros. En el caso nuestro ponemos el cuerpo, pero es lo mismo. También es fortuito que nosotros seamos los intérpretes porque yo también soy espectador cuando me siento a ver una peli en la que yo no estoy, soy un espectador más, y ¿qué es lo que nos convoca ahí a ese ritual o en el teatro? Es la naturaleza humana, en la que todos somos diferentes, pero al mismo tiempo somos una parte de esa trama y somos iguales o semejantes.”

Sobre interpretar villanos, el desafío para el actor:
“En general, los grandes villanos, no solo de la historia de la literatura mundial sino de la historia humana, son grandes seductores”

¿Por qué cree que la Argentina es un país que se suicidó?
“Si vos pensás que en los primeros años del siglo XX, ayer nomás, la Argentina estaba entre los cinco países de mayor ingreso per cápita del mundo, desarrollando un proyecto educativo que fue un ejemplo −en el año 57 vino Einstein a estudiar el fenómeno educativo en Argentina lo que hizo en aquellos tiempos y durante décadas grande a la Argentina: la enseñanza obligatoria gratuita y laica− y que se discutía en los cenáculos políticos e intelectuales si la potencia iba a ser Argentina o Estados Unidos, y ves lo que fue pasando luego como mínimo 50 años… Creo que a partir del golpe del 30 empieza una decadencia que lamentablemente estamos en caída libre desde entonces. Y todos los índices lo demuestran, de cualquier orden: estamos peor, cada vez peor, y seguimos repitiendo el mismo error. Me están preguntando mucho a mí por estas cuestiones que no son de las que más me gusta hablar, yo no soy militante político, y en todas cuento algo que me impactó mucho, que es que Alberdi va a visitar a Rosas a su exilio y no a San Martín. Y luego dijo que hasta que los argentinos no fuéramos capaces de crear una síntesis superadora de unitarios y federales nunca íbamos a tener una nación, y así estamos. Tenía razón. La Argentina se suicidó porque el populismo la convirtió en un país mediocre. Yo ya soy grande, soy un árbol añoso. Me iría sí ocurren ciertas cosas, que espero que no ocurran, como al fanatismo, por ejemplo, el autoritarismo: eso no me lo fumo, ya estoy grande para eso. Lo que sí me gusta y que afortunadamente me ha venido ocurriendo en los últimos tres años es ir y venir a trabajar afuera, me desintoxico, me abre la cabeza.”

La pregunta de Daniel López Rosetti, médico cardiólogo, que dejó en entrevista anterior: ¿Qué tan frecuentemente se siente seguro?
“¿Seguro de qué? Los actores somos patológicamente inseguros, esto hay que decirlo. Alfredo Alcón decía que todas las noches se preguntaba si iba a estar a la altura de las circunstancias y cualquiera puede pensar que es una frase dicha para que yo ahora esté repitiendo. Yo sé hasta qué punto es verdad eso, porque lo conocí y porque me pasa lo mismo. Yo, ante un nuevo guión, me pregunto: ¿voy a estar a la altura de las circunstancias? Entonces voy a responder con algo que decía Ernesto Sábato en un libro que se llama El escritor y sus fantasmas, que me quedó grabado para siempre: uno tiene que tener una curiosa mezcla de confianza en lo que uno tiene para decir y de permanente descubrimiento en las fuerzas de uno, porque si no yo no podría decir si lo hago al protagónico. Tengo que confiar que yo tengo que poder hacerlo. Ahora, si creo, si estoy absolutamente seguro, fanatizado con mi desempeño profesional, lo más probable es que me caiga del trapecio. Es buena una mezcla y además hay otra que escuche una vez que me gusta mucho que dice: si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes. Uno tiene que saber que no todo es controlable, que no todo es manejable por uno y vivir con ese margen de incertidumbre.“

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