“En un knockout, mientras estás completamente dormido, la sensación es lo más placentero qué hay”.
Uno de los tipos más estimulantes para ser entrevistado. Así define Marcelo Longobardi a Sergio Maravilla Martínez, su entrevistado de esta semana. De tener para comer una lata de atún al día y la luz cortada a lograr el título mundial de la categoría CMB, un camino de esfuerzo y pruebas. Hoy hace stand up y recorre el país dando charlas motivacionales.
“Todo comienza con un sueño. En la vida no existe la suerte”. ¿Por qué esas frases son dos de sus máximas de vida?
Cada día estoy más convencido todo comienza con un sueño. Antes de que exista este vaso era el objetivo de alguien, después trabajaron para poder concretarlo, para poder realizarlo. Lo mismo con la carrera de boxeo que pude tener, todo comienza con una semillita. Y yo a la semillita la llamo sueño, quizás porque soy medio romántico, y después la gente que trabaja. Mucha gente me dice que no existe la suerte: es verdad. Yo estoy plenamente convencido de que no existe ni la buena ni la mala, todo se produce por algo; un gran fracaso o un gran éxito. No es repentino el éxito y el fracaso no es repentino; son una sumatoria de cosas. Si yo llegué a ser campeón del mundo es porque día tras día iba trabajando y superándome. Cada día iba haciendo un trabajo cada día más intenso, en cada momento, en cada round que golpeaba, cada kilómetro que corría, tenía que hacerlo con mayor intensidad. Cuando me tocó perder, cuando me toco fracasar entre comillas −porque para mí una derrota no es fracaso− también fue una sumatoria enorme de detalles en contra. “
¿Es un sueño pendiente volver a pelear?
“El año pasado Julio César Chávez Junior 45 días antes de la pelea dijo en un comunicado que no iba a dar el peso. Ahora se conformó en algo pendiente. Tengo 44 años, no es una locura, es técnicamente posible no sé si al nivel que estuve cuando me retiré. Obviamente yo no quiero volver a ese nivel, sé que técnicamente estoy muy superior a lo que fui antes. El año pasado tuve tres preparaciones de ocho semanas, en total fueron siete meses de entrenamiento, muy intensas para ponerme a punto para llegar bien el 17 de noviembre que era la fecha del combate. Y llegué al 17 de noviembre encuadrado en peso medio, que fue mi último combate, haciendo trabajos de sparring muy intensos y con muchísima más calidad. El Sergio Martínez de hoy noquearía al anterior, al de Chávez.”
¿Qué siente cuándo le pegan? ¿Cómo es la mentalidad de un boxeador?
“Dolor. Depende en qué parte del cuerpo te peguen. En la cara un boxeador no siente dolor: el cerebro libera sus endorfinas y hace que estés preparado para recibir golpes. Por eso el boxeador, cuando les digo a los chicos en seminarios de boxeo, no le duele cuando no lo golpean. Al boxeador lo que le duele es no poder pegar, verse imposibilitado, el boxeador está preparado para la guerra, se sube sabiendo que va a recibir golpes y no pasa nada que me golpeen. La mentalidad del boxeador es así: que me peguen todo lo que quieran pero que esperen sentir mis golpes. ¿Qué pasa cuando ese boxeador no puede golpear? Se deteriora, se frustra. Uno el miedo de morir no lo piensa, si en el temor. El miedo es algo raro con lo que uno tiene que hermanarse, uno tiene que abrazarse con el miedo. Hay sentimientos que tenemos en nuestra vida todos los seres humanos que tenemos que tomar de la mano y saber que van a caminar siempre con nosotros, entre ellos el miedo. Si uno sabe caminar de la mano con el miedo no pasa nada, hay que saber amigarse”
¿Quién fue para él el mejor boxeador de la historia?
“Alí fue el mejor representante de todos, es quién puede ser el abanderado del boxeador, del boxeo de la historia. Pudo haber habido mejores boxeadores tranquilamente, de hecho la mejor época de Tyson con la mejor época de Alí no se sabe qué podría pasar. Cada día el ser humano se va superando, Usain Bolt es un deportista, un atleta magistral pero dentro de unos años va a aparecer alguien más rápido, y Carl Lewis en su época fue también. El ser humano se va superando. Mohamed Alí, en su momento, fue intocable: estaba arriba de un altar. Lo que tiene es que fuera del boxeo realizó una política entre comillas, nos dio una lección a todos, lecciones de vida y es magistral lo que hizo él fuera del boxeo. Tan grande fue fuera del boxeo que todos los boxeadores casi en comunión dijimos es el más grande”.
Su pelea en Manchester y por qué dice que el knockout es una sensación placentera:
“Williams me estaba rompiendo todo, estaba haciendo un plan de pelea yo que era muy arriesgado. Me dio una contra de derecha que caí sentado al suelo. Tardé, me levante y no me desperté. Tardé en ver a mi padre. Yo lo que sabía era que de repente veía un hombre adelante mío haciendo señas, el árbitro. No sabía quién era el hombre que estaba haciendo esas señas hasta que me desperté y recordé que estaba mi padre a la izquierda. En un momento de semi nocaut no se entiende nada, uno no sabe lo que pasa, el cerebro tiene eso que es a favor nuestro para dejar de sentir dolor, es más la sensación de un boxeador cuando cae y está mirando que el árbitro le cuente. Sé que es difícil esto que digo, pero es placentera la situación, cuando uno empieza a tomar conciencia es cuando comienzas dramatismo: sabes que estás en una pelea, sabes que delante tienes un rival, que tienes que ponerte en guardia, que tu rival te va a golpear y que tienes que sostenerte en pie. Eso sí es difícil pero mientras estás completamente dormido la sensación es lo más placentero qué hay”.
Sobre el negocio del boxeo:
“Una cosa es el negociado y otra cosa es el negocio: cómo nos ponemos de acuerdo para realizar un combate no tiene nada que ver con el negocio, es parte del negocio pero es otro juego. El negocio del boxeo es complejo de hablar, que no se enoje nadie. El boxeador es un deportista o atleta pero también es un producto. Cuando comprendí que yo era un producto que era 72 kilos y medio de carne arriba de un ring fue cuando empecé a ganar dinero. Cuando comprendí el negocio, porque esto es deporte pero también es un espectáculo y hay que ser generoso y brindarse al espectáculo. Cuando mi cara empezó a perder sangre en los combates fue cuando más dinero empecé a generar: a ganar yo, pero generar sí puedo decirlo a partir del 5 de diciembre de 2009. Esa noche hice un combate con un rival que fue uno de los mejores combates del año con Paul Williams en Atlantic City. Hicimos una pelea durísima, pero cuando terminé el combate el periodista que me entrevista me dice: . Y a partir de ese momento, ¿qué pasaba? Yo tenía un estilo de boxeo que era muy mezquino entre comillas, acá en la Argentina fue durante mucho tiempo criticado porque decían que era lagunero: dos golpes, conectaba y me tomaba mi tiempo para conectar otros golpes más. Y por ahí pasaba un minuto, dos minutos, y yo no tenía problema, porque para mí ese concepto lo tuve, lo sostuve y lo voy a seguir sosteniendo qué es que en el boxeo no gana quien más golpea sino que menos recibe. Entonces mi prioridad era no recibir”.
¿Qué se puede aprender de los boxeadores?
“El temple interno que te da el boxeo, el entrenamiento del boxeo. El temple que da la seguridad, que da la firmeza. Uno cuando pisa, pisa firme. Cosa que yo antes cuando era no era boxeador no lo sentía. Sin el boxeo hubiera sido un muchacho con ganas de comerme el mundo, pero quizás sin las armas necesarias, las armas me las da el boxeo”.