Este es un debate en el que nos centramos cotidianamente. Estamos en viaje a una transformación constante en el modo en que construimos los negocios. Las relaciones comerciales han abandonado la idea de dos lados de la mesa, para crear un grupo que edifica vínculos sólidos, a largo plazo, con paternships que permiten conocerse y crear aquel camino de herramientas que produce crecimiento.
Cuando vendemos lo que queremos logramos metas inmediatas no sustentables. La historia está repleta de ejemplos y anécdotas, de proyectos millonarios que terminaron en fracasos, de implementaciones infinitas que no aportaron ningún valor a la empresa que la adquirió, de conceptos innovadores que demoraron su curva de adopción simplemente porque parte del mercado los ofreció de manera irresponsable y vertiginosa, vendiendo espejitos de colores detrás de los cuales no había nada en realidad.
Cuando vendemos lo que se necesita, por el contrario, se logran metas constantes que se extienden y renuevan en el tiempo.
Para salir de la primera rutina para llegar a la segunda es preciso trabajar bajo el concepto de empatía comercial, donde el interés está focalizado en entender que problema se debe atender bajo el foco de quien lo tiene, a fin de crear un abanico de soluciones tecnológicas que redunden en las soluciones necesarias.
“Ponernos en compradores de nuestra propia venta” es un concepto de base que en Seidor construimos como esquema posible para nuestras relaciones comerciales. Por ello es que crecemos con nuestros clientes y no sólo por ellos.