Proclamada por la Conferencia General de la UNESCO en 1995, el Día Internacional del Libro, fecha simbólica de la literatura universal, coincide con el aniversario del fallecimiento de los escritores William Shakespeare, Miguel de Cervantes e Inca Garcilaso de la Vega.
Este día rinde homenaje a los libros y a los autores y fomenta el acceso a la lectura para el mayor número posible de personas. En Buenos Aires, se elige esta fecha justamente para comenzar con las jornadas profesionales de la Feria Internacional del Libro, un encuentro que reúne escritores de todo el mundo, junto con las figuras de la literatura nacional, en una serie de charlas, debates y presentaciones en el centro de la mítica ciudad de los Cafés Literarios. El jueves 25 la Feria abre sus puertas para el público en general.
El Día Internacional del Libro se convirtió en una celebración en todo el mundo debido a un proyecto de la Unión Internacional de Editores (UTE), que lo presentó ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura a mediados de los 90’s. Desde entonces, la industria cultural ha cambiado enormemente: los libros parecieron extinguirse de las calles y el transporte público, y reemplazarse por los celulares y dispositivos electrónicos; en las casas, la disponibilidad de series y películas corrieron al libro de ese momento de ocio. “Durante el 2018, múltiples economistas han hablado sobre la baja significativa de ventas de libros en el país. Especificando que ese mismo año, se vendieron 18 millones de ejemplares menos que hace dos años”, afirma Nicolás Schenquerman, responsable de Colegium en Argentina. Colegium es una plataforma de gestión escolar que fomenta la digitalización de la administración y la comunicación para que el tiempo utilizado en estas tareas sea invertido en lecturas, prácticas y toda forma de aprendizaje. “Un universo sin libros es tremendamente peligroso, no solamente porque los libros tienen un significado especial, sino por lo importante que es la lectura en el desarrollo de la cultura y el conocimiento, en especial en los chicos y adolescentes. Así como también refuerza la capacidad de escritura, redacción y ortografía”, asegura.
La industria del libro es una de las más emblemáticas simbólica y materialmente. Talleres literarios, ciclos de lectura y librerías, se multiplican en todos los barrios de la Ciudad. Sin embargo, a diferencia del Instituto Nacional del Cine (INCAA) o el Instituto Nacional del Teatro, la literatura no cuenta con una institución que se encargue de ella.
Con la intención de que se implementen políticas para la industria editorial y de que se institucionalicen las políticas del libro y la lectura, ayer, lunes 22 de abril, se presentó en el Congreso la propuesta de Ley para crear un Instituto autárquico: el Instituto Nacional del Libro Argentino (INLA). Su tarea sería diseñar y promover políticas de estímulo y producción editorial y defender los derechos de los distintos actores que participan de la cadena del libro: autores, editores, libreros, distribuidores, traductores y diagramadores.
Con los cambios en las costumbres de los chicos y adolescentes en relación a la forma de aprender, de divertirse y de relacionarse, el libro y la práctica de la lectura han ido relegándose y reemplazándose por una presencia continua de la imagen. “Leer alimenta la capacidad de concentración, estimula la imaginación y la capacidad creativa, mejora las habilidades para comunicarse y amplia el vocabulario, permitiendo explicar mejor tanto los conocimientos académicos como los sentimientos y necesidades personales. Además, mejora a largo plazo la memoria y reduce los niveles de estrés”, explica Schenquerman quien, junto a Colegium, trabaja en mejorar la educación a través de nuevas tecnologías, brindando más tiempo para la generación de conocimiento.