El ex barrio tanguero de Palermo fue la locación perfecta para esta auténtica fiesta gitana donde Melingo y su banda invitaron a todos los presentes a entrar por 90 minutos a una especie de dimensión paralela.
Esta noche de comunión y encuentro entre linyeras, fue la primera vez que se pudo escuchar en vivo la música de Oasis, y contó con una banda de primer nivel integrada por Muhammad Habbibi en Guitarra, Juan Ravioli en Bajo y Gomez Casa en Batería. Además, el escenario de Niceto, que por momentos parecía convertirse en el de Cemento, también recibió a grandes invitados como Hilda Lizarazu, Hugo Lobo, Maxi Prietto y su hijo Felix Melingo Torre.
Este concierto tan esperado, con una puesta diseñada por Pichón Baldinu, comenzó de una manera sorprendente. Mientras empezaban a sonar los primeros acordes de una versión distorsionada y psicodélica de “Narigón”, el telón se abrió apenas un poco para dejar entrever una pantalla sobre la que se proyectaban las animaciones a cargo de @chowjuan y a través de la cual unos segundos despues se veria la sombra bailarina de Melingo que en pleno clímax de la canción atravesaría la tela para enfrentar con los ojos bien abiertos a su público por primera vez.
Después de este comienzo feroz, vino una seguidilla de canciones pertenecientes al álbum Oasis, como “Navegantes”, “El blues Rebetiko del 7 Vidas”, “Hécate” entre otras. A pesar de que la excusa era la presentación de este disco, no faltaron en el repertorio perlitas y grandes clásicos.
En “Soneto para Daniel Reguera”, Maxi Prietto se subió al escenario para hacer un solo de guitarra excepcional, “Corazón y Hueso” contó con la participación de Hilda Lizarazu y “Chalaman” fue interpretada por su hijo Felix Melingo Torre.
Por otro lado, en “La Canción del Linyera”, Melingo se bajó del escenario para pasearse entre la gente, en “Ayer” Niceto Club se transformó en un arrabal donde todos los fans corearon abrazados el estribillo de la canción y como cierre de oro Hugo Lobo de Dancing Mood subió para interpretar el mítico “Pulseras” de Lions In Love. Pero cuando todo parecía haber terminado, mientras los músicos saludaban, el público que no dejaba de ovacionar retomó las palabras del linyera y las cantó a capella hasta el cansancio.
“No tengo norte, no tengo guía, para mi todo es igual”.